El incremento de las compras a través de la red y, sobre todo, de la generación de tráfico orientado a la conversión gracias a las redes sociales ha hecho que grandes marcas hayan aumentado sus presupuestos “sociales” en un 20% en 2018, llegando a ocupar este conjunto de canales gran parte de su planificación publicitaria. Las plataformas que mayor porcentaje de uso concentran para este tipo de acciones son Facebook e Instagram, dejando a un lado otras redes como Twitter, Snapchat o Pinterest, que se mantienen al margen de estas inversiones dirigidas a impactar sobre el consumidor final.
Día a día, somos asiduos consumidores de redes sociales. A través de ellas nos informamos, cotilleamos la actividad de nuestros amigos, ojeamos algunas marcas, productos, servicios, etc. Esto ha hecho que se conviertan en un escaparate no solo de nuestras vidas si no también de todos los productos que adquirimos, así como de nuestros hábitos de consumo.
¿Cuántas veces lo hemos hecho? Nos compramos algo y sin apenas salir de la tienda ya le hemos sacado una foto y la hemos compartido en nuestras redes sociales. La repetición de este hecho por parte de nuestros amigos, de nuestros conocidos y familiares ha hecho que las marcas hayan incrementado su presupuesto publicitario para las plataformas de redes sociales un 20% más en 2018.
Admitámoslo, cuando vemos algo que se ha comprado un amigo y nos gusta, al final lo acabamos comprando. Es el poder del boca a boca el que hace que muchos de nosotros tomemos nuestras decisiones de compra. Unido a ello, ha tenido una gran importancia en los últimos años el conocido como marketing de influencia. Todos somos seguidores de influencers, personalities, famosos, etc. que promocionan continuamente diferentes productos. El auge de este tipo de usuarios ha hecho que ya no confiemos en lo que estos promocionan. Han perdido credibilidad. Hoy en día confiamos en nuestra gente cercana, nuestra prima, vecina, amiga, que sabemos que ha comprado algo y le ha ido bien, preferimos la opinión el consejo de nuestros pares (P2P) a la gente con la que no sentimos identificación porque no vemos como nuestro par.
Y en esto, las marcas han visto también una nueva oportunidad de marketing digital. Los anunciantes quieren involucrar a los usuarios dentro de su estrategia de visibilidad en redes, convirtiendo a los usuarios en prosumidores y evangelizadores de su propia marca. Así, buscan que los usuarios sean capaces no solo de consumir una marca sino de compartir los momentos que han vivido junto a ella. Esto crea valor para la marca, lo que denominamos el ‘valor compartido de las redes sociales’.
El poder de atracción de los usuarios sociales es brutal, de tal manera que el boca a boca de nuestros amigos y conocidos se ha convertido en un hecho de marketing de influencia que ha producido que las empresas destinen una gran parte de su propuesta publicitaria a las redes sociales. Ahora debemos preguntarnos: ¿desaparecerán las gigantescas inversiones publicitarias en los medios tradicionales? ¿Serán estas sustituidas por las inversiones en redes sociales?

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